Humos y misericordia
Por Kim Bertran Canut
Enviado el 13/11/2013, clasificado en Reflexiones
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Nebulosas estatuas mitológicas que, se juzgan, pintadas en el aire. Góndolas a contraluz, capiteles, juncos y caña, fanales de aceite música de la Francia de finales de los cincuenta, en la Italia de los sesenta, donde nos hallamos presentes, los cielos, cenicientas tonalidades, unidos con los rojos pasión que abaten en el mar, acariciando, la plata de sus aguas la ciudad duerme, cada cual en su mundo, escribiendo el libro de sus vidas miras por la ventana y ves como caen las primeras gotas de lluvia, abajo, cruzando el puente, divisas los paraguas de las gentes como en un desfile, en la pasarela de sus vivezas, corren a resguardarse. En la plaza una niña con impermeable y gorro da de comer a las palomas. Los pescadores recogen redes y velas, y acercan las barcas al astillero, fuman sus pipas humeantes de Ámsterdam y hunden memorias en el mar. Rondan las ruinas portuarias, chavolas de amigos y conocidos indigentes que han prendido con maderas y cartones, fuego, a las tinas y cubos de chapa, para calentar los huesos y el alma y cocinar los atunes que cada amanecida, los marineros, les traen para alimento se sientan, juntos, como cuando eran niños en la escuela donde aprendían a soñar unos tuvieron más suerte, a otros las adversidades les enfermaron, sin embargo no han perdido el valor del afecto y de la solidaridad y hoy, mientras comen con hambre, el pescado, sacan una bota de vino y todos cuentan fábulas, ríen y beben, olvidando, por unos momentos la dureza de la existencia los autos comienzan a rodar a esas horas y de las chimeneas de las fábricas, el humo, fluye, contaminando el ambiente no nacen flores en las aceras, no, solo asfalto y restos de ruedas chamuscadas. Los adoquines resquebrajados, forman charcos que los muchachos camino del instituto, pisan con regocijo, sin conocer lo que un día pretenderán olvidar.
-25 septiembre 2011-
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